Los problemas oculares más frecuentes según cada etapa vital: Edición infancia y adolescencia

La vida es un viaje de cambios constantes. Nuestro cuerpo evoluciona con el tiempo y nuestra visión también pasa por transformaciones que requieren atención y prevención.

Muchas veces no somos conscientes de la importancia de la salud visual hasta que notamos dificultades para ver con claridad. El cuidado de nuestros ojos no debería depender de la aparición de síntomas, ya que muchas enfermedades oculares no presentan señales en sus primeras etapas y, cuando se detectan, la pérdida visual ya puede ser irreversible.

La clave está en la prevención. Detectar a tiempo nos permite adelantarnos a muchos problemas que podrían afectar la calidad de vida y la salud visual a largo plazo.

Por eso, hemos creado una nueva sección pensada para ti: durante los próximos meses te iremos contando, de forma clara y cercana, cuáles son los problemas oculares más comunes en cada etapa de la vida. Para que estés siempre informado y puedas adelantarte a cualquier imprevisto ocular o visual con tranquilidad.

Hoy comenzamos por el principio: la salud visual en la infancia y la adolescencia (de 0 a 18 años). Porque cuidar sus ojos desde pequeños es invertir en su bienestar futuro.

Infancia (0-10 años): Detectando problemas tempranos

En los primeros años de vida, la visión está en pleno desarrollo. Detectar y tratar problemas a tiempo es clave para evitarles dificultades en el aprendizaje y su desarrollo visual futuro.

Qué se revisa en esta etapa?

• En la etapa neonatal, es importante saber qué factores perinatales tuvo el paciente y la madre, ya que algunas enfermedades como hipertensión arterial en el embarazo, preeclampsia, diabetes gestacional; pueden provocar partos prematuros que pueden afectar el desarrollo visual del recién nacido.
   
• Errores refractivos: Se realiza el diagnóstico y corrección necesaria de miopía, hipermetropía y astigmatismo, comprobando en la clínica oftalmológica la graduación bajo cicloplejía.
   
• Alteraciones del desarrollo visual: Se puede detectar, dependiendo de la edad de la consulta del paciente, alteraciones visuales como el ojo vago (ambliopía) o el estrabismo (desviación de los ojos). Muchos niños ya pueden mostrar fijación visual poco después del nacimiento, incluso puede valorarse el seguimiento de los objetos a partir de los 3 meses de edad. Y si sospechamos de estrabismo, es preferible que la valoración lo haga un especialista en oftalmopediatría a partir del momento en que se sospeche o a partir de los 4 meses de vida, ya que hasta esa edad puede tardar un niño en controlar los movimientos oculares.
   
• La maduración del sistema visual va evolucionando conforme el niño va creciendo, tanto es así que la ganancia de visión se suele completar alrededor de los 8 años de edad, por lo que un diagnóstico precoz nos permite mejorar aquellas visiones que no han podido alcanzar los valores normales.
   
• Problemas de la coordinación de la motilidad ocular: la estereopsis y función visual binocular son las encargadas en parte de permitir que los movimientos de los ojos se realicen de forma adecuada y se suele desarrollar entre los 3-6 meses de edad, pero hay formas indirectas que nos permiten evaluar dichas funciones aún en etapas preverbales como la exploración de la motilidad ocular, la actitud visual de cada ojo, el fondo de ojo y la graduación bajo cicloplejía. Algunas de las patologías que podemos considerar en este apartado son los nistagmos (que son los movimientos involuntarios de uno o ambos ojos) o las desviaciones oculares o estrabismos. Es importante actuar a tiempo para evitar los problemas de aprendizaje en edades tempranas en este tipo de patologías.
   
• Enfermedades congénitas o hereditarias: Aunque las enfermedades congénitas (las que se han desarrollado durante la etapa embrionaria o por algún defecto hereditario) o las enfermedades hereditarias (aquellas enfermedades genéticas que se transmiten de generación en generación), no suelen ser frecuentes; es importante descartarlas cuando se tiene sospecha o antecedentes en la familia. Algunas de estas enfermedades pueden ser las ptosis congénitas, cataratas congénitas, el glaucoma congénito o infantil, patologías de la retina (como las distrofias) o patologías corneales (como queratocono, astigmatismos irregulares).
   
• Problemas estructurales y funcionales de los anexos a los ojos: Es importante tener en cuenta que, para una correcta visión, no solo requerimos un ojo sano, sino también contar con una buena película lagrimal, un adecuado drenaje de la lágrima, unos párpados libres de excesos de grasa y que, con sus movimientos regulares y estables, mantengan los ojos hidratados y protegidos, unos reflejos pupilares conservados y reactivos. Cualquier alteración de dichas estructuras como se puede apreciar en las blefaritis (exceso de grasa de las pestañas), orzuelos (granitos por obstrucción de las glándulas del párpado), irritaciones oculares y lagrimeos excesivos por alergias conjuntivales; pueden provocar también dificultades en la visión si no se tratan de forma adecuadamente.

¿Cuándo recomendamos hacerles la primera revisión?

• A partir de los 3 años, salvo que haya antecedentes personales o familiares o si los padres o el pediatra sospechan de alguna patología ocular.
   
• Revisiones anuales en edad escolar para detectar problemas que puedan afectar el aprendizaje.

Adolescencia (11-18 años): Adaptación y salud visual

Durante la adolescencia, prácticamente se ha alcanzado el desarrollo visual, pero al igual que el resto del cuerpo, las medidas o graduaciones de los ojos pueden ir variando con el crecimiento, además las demandas visuales aumentan, sobre todo con el uso de pantallas y el esfuerzo académico, por lo que es importante mantener el seguimiento oftalmológico para detectar dichos cambios en su graduación.

¿Qué se revisa en esta etapa?

• Errores refractivos: Haciendo un control y manteniendo la graduación actualizada, bajo cicloplejía, podremos ir corrigiendo problemas como la miopía, hipermetropía y astigmatismo que pueden afectar al aprendizaje de los adolescentes.
• Control del desarrollo de la miopía: En la adolescencia debemos redoblar los esfuerzos para intentar disminuir la progresión de la epidemia de miopía.
• Fatiga visual digital: En esta etapa surgen problemas derivados del uso excesivo de pantallas (sequedad, cansancio, visión borrosa), por lo que es importante revisar su impacto. También es importante en estos pacientes descartar hipermetropías latentes o no detectadas previamente, que suelen enmascararse con síntomas inespecíficos como la fatiga visual.
• Traumatismos oculares: Son frecuentes en deportes y actividades físicas y requieren atención inmediata.

¿Cuándo recomendamos hacerles revisiones?

• Revisión anual, si hay un defecto refractivo estable o molestias visuales.
• Controles adicionales si se detecta progresión del defecto refractivo, fatiga visual o cambios en la visión o problemas en el aprendizaje.

Cuidar su visión es cuidar su futuro

Los primeros años de vida y la adolescencia son etapas llenas de descubrimientos, aprendizajes y cambios. Acompañarlos en este camino también significa asegurarnos de que puedan ver el mundo sin barreras que afecten su desarrollo o sus sueños.

A veces, un simple control puede marcar una gran diferencia en su manera de aprender, relacionarse y crecer con confianza.

En VERTE trabajamos desde hace más de 35 años para cuidar a nuestros pequeños desde que nacen hasta los 18 años en nuestra Unidad de Oftalmopediatría creada especialmente para ellos. Pide su revisión llamando al 934 155 637 o envíanos un WhatsApp AQUÍ.

Estar atentos es prevenir. Prevenir es cuidarles.

Nos vemos el próximo mes, donde abordaremos los principales problemas de salud visual en el adulto joven y del impacto que tienen en esta etapa los hábitos digitales.

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